¿Qué es el derecho a la mediocridad?
“Si sos mujer, más vale que seas excepcional”
Perros de la Calle es un programa de radio que escuché durante muchos años. Andy Kusnetzoff, Cayetano y Harry Salvarrey me acompañaron durante todas las mañanas mientras trabajaba en oficinas o desde mi casa y hasta un poco los sentí mis “amigos”. Me emocioné con “Ex parejas” y me reí hasta descostillarse con “Da para darse”. Durante los primeros 15 años de programas, las mujeres solo estuvieron en la producción (históricamente las productoras fueron todas mujeres: Nilda, Jimena, Florencia, Sofía, Cayetina), y las que estuvieron en el aire de forma intermitente como columnistas, como la “Cayetina”, jugaban un papel de la chica tonta, medio caída del catre, por la que no daban ni un peso y un poco todos se burlaban (ella demostró que es mucho más que eso, hoy directora de teatro y actriz). En el año 2017, empujado por el movimiento #NiUnaMenos que puso en agenda el debate sobre los derechos de las mujeres en Argentina, y en el merco del aniversario número 15 del programa, impulsó a que Andy y su producción a se replantearon por qué Perros había sido un programa tan masculino. Fue entonces que decidieron incorporar a “la primera” mujer columnista, que fue nada más ni nada menos que la prestigiosa periodista María O’Donnell. Recuerdo el día que lo anunciaron al aire y también recuerdo que la explicación que dio Andy me hizo ruido en aquel momento, pero no tenía muy en claro el motivo.Explicó al aire que quería sumar una mujer al equipo, pero no quería que fuera “cualquier” mujer, sino alguien extraordinaria, a quien él admirara y respetara, y que realmente le sumara valor al programa. Por ese motivo habían elegido a María O´Donnell.
Audio (Estoy intentnado recuperar el audio del pograma de Andy, en proceso).
Sin duda María O´Donnell es una periodista mujer Extraordinaria en muchos sentidos. Licenciada en Ciencia Política de la Universidad de Buenos Aires (UBA) y egresada de la maestría de Relaciones Internacionales en la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO). Trabajó en Página/12 y en la redacción de La Nación, y fue su corresponsal en Estados Unidos. Publicó tres libros: El Aparato (sobre intendentes del conurbano), Propaganda K (sobre usos de la publicidad oficial) y Born, un bestseller sobre el secuestro de los hermanos Born. Recibió cuatro premios Martín Fierro, dos Premios Eter a Conducción Femenina y una beca del Fund for Investigative Journalism para la investigación de uno de sus libros.
Una mujer excepcional, no sólo por la brillante carrera profesional y el respeto que supo ganarse en el ambiente periodístico, sino excepcional porque no representa a la media de la participación femenina en el periodismo. Según datos de FOPEA relevados en 2018, el 71% de las periodistas mujeres tiene jefes varones y solo el 12% ocupa un cargo de decisión (dirección, gerencia o jefatura) dentro de las organizaciones periodísticas. Solo un tercio de la periodistas mujeres piensa que tiene posibilidades de crecimiento en su actual trabajo. Respecto a la configuración simbólica del rol de mujeres y varones en la profesión, sólo el 16% menciona a una mujer cuando son consultadas por “periodistas prestigiosos”.
Si bien la incorporación de María O´Donnell era un movimiento positivo para las mujeres, ya que admitía la falta de voces femeninas al aire y la necesidad de trabajar por la paridad de género, Andy no creía que una mujer común y corriente sea merecedora de sentarse en la mesa de Perros de la Calle, sino que para merecerlo debería ser una mujer fuera de lo común, sobresaliente, extraordinaria, excepcional. Incluso en una acción a favor de incorporar mujeres a los medios, sigue siendo un hombre el que determina qué mujeres se merecen acceder a esos puestos históricamente ocupados por hombres, a los que en ningún caso se les exigió ser “brillantes”. Cayetano me cae muy bien, pero no creo que se la haya exigido ser extraordinario para ocupar su rol en el programa durante 15 años..
Dos años después, leí en un posteo que también resonó mucho en mi cabeza, de la cantante argentina Marilina Bertoldi, quien acaba de ganar en 2019 el premio Gardel de Oro al mejor disco de rock nacional, el segundo de Oro que se lleva una mujer en 21 años (el primero se lo había ganado Mercedes Sosa hacía 19 años atrás). Cuando leí su posteo en febrero de 2018 me hizo mucho sentido y me conectó directamente con aquel audio de Andy Kusnetzoff que había escuchado algunos años atrás:
Un posteo que habla del cupo femenino en los escenarios del rock nacional y reflexiona acerca de laexigencia que recae sobre las mujeres que quieren ocupar espacios históricamente ocupados por hombre: “Si sos mujer, más te vale seas excepcional”, mientras que si sos hombre “bandas intrascendentes de hombres ocupando espacios enormes ya hay muchas”.
En Argentina hay 1 artista mujer por cada 14 hombres en los escenarios según el primer relevamiento sobre la brecha de género en la música, realizado por la agrupación Somos Ruidosas, que analizó los carteles de 26 festivales musicales durante 2016, 2017 y parte de 2018. El análisis de más de 3.000 artistas y bandas* muestra que la participación de mujeres (solistas y bandas de mujeres) no supera el 10% de los números artísticos en cada uno de los tres años analizados: 9,1% en 2016, 10% en 2017 y 10,1% en 2018, manteniéndose constante a través de los tres años. Los festivales con menor participación femenina son el Personal Fest (la edición de 2017 en Argentina no tuvo NINGUNA artista mujer) y el Cosquín Rock (Argentina) cuenta sólo con un 2,7% de mujeres. Esto evidencia nuevamente la significativa disparidad en representación de géneros en el escenario: siete a ocho de cada 10 números artísticos en los carteles de los festivales de la región han sido hombres solistas o bandas de hombres durante los tres últimos años
Una mirada machista o antifeminista podría decir que esto se da porque no hay suficiente mujeres músicas “talentosas”. Algo así dijo el reconocido productor musical José Palazzo, organizador Cosquín Rock ante el pedido de un cupo femenino en el festival: “Si yo tuviera que poner el 30 por ciento [de mujeres ]. tal vez no lo podría llenar con artistas talentosas y tendría que llenarlo por cumplir ese cupo; esas artistas no estarían a la altura del festival y tendría que dejar afuera a otro tipo de talentos”.
¿Podemos realmente afirmar que todas las bandas que participaron en más de 10 años de Cosquín Rock compuestas casi exclusivamente por hombres fueron “talentosas” y estaban a la altura del festival? ¿Por qué cuando una mujer decide tomar un espacio históricamente ocupado por hombres se les exige un talento “extraordinario”?
Qué es el derecho a la mediocridad
La primera vez que escuché hablar sobre el “derecho a la mediocridad” fue en abril de este año, de la boca de NatsuSH, una economista de Economía Feminista, en un workshop sobre la mujer en el trabajo que organizamos para una empresa de tecnología para la que trabajamos. No sabía que las mujeres estábamos reclamando que también teníamos derecho a la mediocridad. Y mi cabeza empezó a dar vueltas y a pensar en el audio de Andy Kusnetzoff y el posteo de Marilina Bertoldi. Y parece que es un tema que también le da vuelta por la cabeza a otras mujeres.
Una fiscal de España llamada Susana Gisbert que trabaja con perspectiva de género escribió una columna en el diario El Mundo, donde reflexiona “Las mujeres carecemos de un derecho que los hombres tienen: el derecho a la mediocridad. Las mujeres hemos tenido vedado el acceso a tantas cosas que las pocas que lo conseguían era a base de titánicos esfuerzo y de demostrar que eran las mejores. Las pocas mujeres que arañaron la gloria fueron personas excepcionales, que tuvieron que demostrarlo todo en un mundo donde los hombres no tenían que demostrar nada.Con ser hombres bastaba. Por eso a nosotras nunca nos fue permitido el lujo de ser mediocres.”
La mediocridad tiene una connotación negativa, asociada a la falta de talento, de esfuerzo, de empeño, de inteligencia, sabiduría, chatura o conformarse con poco. Sin embargo, todas esas connotaciones encuentran explicaciones individuales o individualistas a situaciones condicionadas por limitaciones o posibilidades sociales marcadas por el lugar donde nacimos, la educación a la que accedimos, la autoestima que pudimos construir y las posibilidades concretas que se nos fueron dando. Tal vez la expresión más exacta para el derecho a la mediocridad sería el derecho a ser una persona común y corriente, a no ser EXTRAordinarias como requisito para ocupar lugares históricamente tomados por hombres, muchos de ellos mediocres y hombres “comunes y corrientes”.
Y además, el tema requiere una mirada histórica de por qué las mujeres hemos ocupado lugares insignificantes en ámbitos públicos, en la sociedad y en la construcción del mundo. Para quienes creemos en las mujeres y nos deseamos un destino mejor en la sociedad, tal como dice Simone de Beauvoir en el Segundo Sexo, “…no es la inferioridad de las mujeres lo que ha determinado su insignificancia histórica, sino que ha sido su insignificancia histórica lo que las ha destinado a su inferioridad”.
En el Segundo Sexo, Simone de Beauvoir escribe (página 77): “El triunfo del patriarcado no fue ni un azar ni el resultado de una revolución violenta. Desde el origen de la humanidad, su privilegio biológico ha permitido a los varones afirmarse exclusivamente como sujetos soberanos; jamás han abdicado de ese privilegio; en parte han alineado su existencia en la Naturaleza y en la mujer; pero en seguida la han reconquistado; condenada a representar el papel del Otro, la mujer estaba igualmente condenada a no poseer más que un poder precario: esclava o ídolo, jamás ha sido ella misma quién ha elegido su suerte [ …].el puesto de la mujer en la sociedad es siempre el que ellos le asignan; en ningún tiempo ha impuesto ella su propia ley”.
Los varones pasaron de reclamarnos que seamos buenas amas de casa, buenas esposas y madres a reclamarlos, en algunos ámbitos pseudo progres, que seamos Chicas Super Poderosas, Madonnas, Beyoncé o María O’Donnell’s, sino no somos nada. El hombre sigue diciendo qué tenemos que ser las mujeres.
Frente a la ausencia de papers o artículos que reflexionen sobre este tema, me ayudó a pensar en el tema de la mediocridad y las mujeres algunos pasajes clave del libro El Segundo Sexo de Simone de Beauvoir que estoy leyendo ahora.
Después de hacer un recorrido histórico del estatus de la mujer desde las comunidades más primitivas hasta el momento en que Simone de Beauvoir estaba escribiendo su libro (1949), llega a la conclusión de que el mundo siempre ha pertenecido a los hombres. “La razón profunda que en el origen de la Historia consagra a la mujer a las faenas domésticas y le prohíbe participar en la construcción del mundo, en su sometimiento a la función generadora” (lease maternidad y cuidados domésticos, la reproducción de la vida)……“Sustraída en gran parte de la servidumbre de la reproducción, puede asumir el papel económico que se le ofrece y que le asegurará la conquista de su persona toda entera”… “En virtud de esos dos factores, participación en la producción y manumisión de la esclavitud de la reproducción, se explica la evolución de la condición de la mujer”.
Simone marca dos puntos claves para que la mujer pueda asumirse como sujeto y pasar de la inmanencia a la trascendencia, de constituirse como sujeto autónomo: inserción en el mundo laboral y la independencia material y control de la fertilidad, la anticoncepción y la posibilidad de decidir si ser o no madre, y cuándo.
En la página 127 agrega: “Hay razones para que pensar que, si las demás mujeres no han logrado dejar una profunda huella en el mundo, se debe a que estaban limitadas en su condición….los verdaderos mandos del mundo jamás han estado en manos femeninas; ellas no han actuado sobre la técnica ni sobre la economía; no han hecho y deshecho Estados; no han descubierto mundos…las mujeres han representado un papel de testigo”.
“La mayor parte de las heroínas femeninas son de una especie extravagante: aventureras, mujeres originales no tanto por la importancia de sus actos como por lo singular de sus destinos…así, si se compara a Juana de Arco, madame Roland y Flora Tristán con Richelieu, Danton o Lenin, se ve que su grandeza es, sobre todo, subjetiva: son figuras ejemplares antes que agentes históricos. El gran hombre surge de la masa, y es llevado por las circunstancias: la masa de las mujeres está al margen de la HIstoria, y las circunstancias son para cada una de ellas un obstáculo y no un trampolín”.
“Solo después de que las mujeres empiezan a sentirse en esta tierra como en casa, se va aparecer una Rosa Luxemburgo, una madame Curie. Ellas demuestran deslumbrantemente que no es la inferioridad de las mujeres lo que ha determinado su insignificancia histórica, sino que ha sido su insignificancia histórica lo que las ha destinado a su inferioridad”
“A decir verdad, no se nace genio: se llega a serlo; y la condición femenina ha hecho imposible ese devenir hasta el presente”.
En la página 129 dice: “Los éxitos de algunas privilegiadas no compensan ni excusan el rebajamiento sistemático del nivel colectivo; y el que esos éxitos sean raros y limitados prueba precisamente que las circunstancias le son desfavorables”.